El Atlético, cada vez más exigido, se dispone a aguantar ante un conjunto azulgrana que lleva 18 jornadas sin perder y un equipo blanco que el año pasado ya ganó 10 de sus últimos 11 partidos
El lenguaje futbolístico se alimenta de coletillas. No pasan de moda. Simplemente, se emplean una y otra vez. Siempre que el torneo supera la curva que enlaza con las diez últimas jornadas se debe recurrir al teorema: la zona Luis Aragonés. Es decir, la evidencia de que el campeón debe decidirse en esos diez partidos finales.
Puestos en contexto, la situación es la siguiente: a falta de 30 puntos en juego, el líder de la clasificación, el Atlético, aventaja en cuatro al Barcelona, segundo en la tabla, y en seis al Real Madrid, tercero. Es la tercera vez en 40 años que los rojiblancos alcanzan la frontera de las diez jornadas definitivas ocupando la primera plaza, lo que ya indica lo inaudito del asunto. Una vez lo resolvió de maravilla. Sí, la temporada 1995-96, la del doblete con Radomir Antic. No sólo defendió una ventaja de seis puntos respecto al Barça, sino que la amplió a siete para ser campeón. Y otra vez, en la 80-81, lo resolvió de pena. Líder a falta de diez jornadas en los tiempos en los que los triunfos valían dos puntos, aventajaba en uno al Barcelona(segundo), en dos al Valencia (tercero), y en seis tanto a la Real Sociedad (séptimo) como al Real Madrid (octavo). Estos dos últimos acabaron superando al Atlético, siendo campeones los donostiarras con los mismos puntos que los blancos. El equipo entrenado por José Luis García Traid, que también había encabezado la primera vuelta, se desplomó sin remedio. No fue capaz de ganar ninguno de los siete últimos partidos, incluyendo un martirio de cuatro derrotas.
La última vez que el Atlético ganó la Liga (2013-14), en cambio, le fue de maravilla ir a rebufo. A falta de diez jornadas avistaba desde la segunda plaza al Real Madrid, líder con tres puntos de ventaja. El Barcelona del Tata era tercero, con un punto menos que los rojiblancos. Los de Simeone, campeones en el Camp Nou, fueron quienes mejor soportaron la guerra de nervios, siendo los que más puntos atraparon en la recta final (23, por los 21 de los azulgrana y los 17 de los blancos).
En mayo de 2016, antes de protagonizar en Múnich ante el Bayern uno de los mayores ejercicios de supervivencia vistos en la era moderna y que propició la clasificación para la final de la Champions, Simeone deslizó una de aquellas sentencias que desnudan su particular ideario: «Tengo miedo en todos los partidos porque pienso que me van a echar mañana. No me gusta tener la seguridad de nada». El Cholo, que el domingo miraba al cielo después de ver cómo Oblak salvaba el triunfo parando un penalti en el 86, vuelve a buscar respuestas en el miedo, en las inseguridades. Pocas veces le fue mal.
Duro calendario
El calendario de los rojiblancos es probablemente el más duro de los aspirantes al título. Cuatro de sus partidos serán fuera de casa, con visitas al Sánchez Pizjuán, al Benito Villamarín, a San Mamés y, sobre todo, al Camp Nou. El choque frente al Barcelona el fin de semana del 8-9 de mayo, a cuatro jornadas del final, se presume determinante. Quizá tanto como otro encuentro en el que el Atlético no tiene participación directa:el clásico de Valdebebas del 10 de abril. Ahí debería quedar claro cuál será su principal adversario.
Quien más amenaza es el Barcelona. El equipo azulgrana, que durante buena parte de la temporada jugueteó con la idea de malvivir en una temporada de transición, ha llegado al momento culminante con su mejor aspecto en años. Koeman, tras darle muchas vueltas, ha encontrado un esquema (3-4-2-1) en el que potencia a los carrileros (Dest y Alba), explota la salida de De Jong desde el puesto de central, protege a Busquets, y permite la integración de Griezmann y Dembélé. Messi se lo está pasando en grande. Lleva el Barça 18 partidos sin perder en la Liga, ha enlazado nueve triunfos lejos del Camp Nou (el último de ellos, el impactante 1-6 frente a la Real Sociedad), y se ha llevado 48 de los últimos 54 puntos desde su última derrota en el Carranza del pasado 5 de diciembre. Además de los duelos en las alturas frente al Real Madrid y el Atlético (ambos le derrotaron en la primera vuelta), las salidas al estadio de la Cerámica y Mestalla son las más peliagudas.
Hay quien insiste en no reparar en el Real Madrid, pese a que Zidane nunca acabó temporadas sin título que celebrar. Con la Champions como apetitoso colofón, los blancos ya mostraron hace un año su capacidad competitiva ganando 10 de sus últimos 11 partidos (y el empate final contra el Leganés llegó cuando ya era campeón). El calendario blanco no es el más peligroso. Más allá del clásico y la visita del Sevilla, le queda una dura salida a San Mamés en la penúltima jornada. Benzema (17 goles), modélico, ya sigue los pasos de Suárez (19), con Messi en las alturas (23). Desconfiar del Real Madrid nunca fue una buena idea.
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