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domingo, 4 de abril de 2021

El fútbol español no resuelve el bochorno racista. Del Ku Klux Klan de Wilfred, al órdago de Eto’o y el plátano de Dani Alves

Actualizado Domingo,
4
abril
2021

20:39

El episodio con Diakhaby en Cádiz es el último de una larga serie de incidentes racistas en el fútbol

Samuel Eto'o intenta marcharse de La Romareda, en 2006.
Samuel Eto’o intenta marcharse de La Romareda, en 2006.EFE

¿Recuerdan a Wilfred Agbonavbare? Histórico portero nigeriano del Rayo Vallecano, fallecido hace seis años, se atrevió en 1992 a predicar en el desierto. “En España hay racismo”. Y eso que él optaba por no inmutarse en el campo cuando, a su espalda, escuchaba el grito de los aficionados: “Negro, cabrón, recoge el algodón”. En gradas como la del Bernabéu, la chavalería se recreaba con cánticos que entonces se tomaban a mofa: “Ku, Klux, Klan”. Actitudes que se reproducían por todos los campos de España sin que nadie hiciera nada.

Casi tres décadas después, el fútbol español aún continúa dando vueltas a cómo resolver el bochorno del racismo. El último episodio tuvo al francés Mouctar Diakhaby como protagonista. Tras escuchar un presunto insulto racista por parte del futbolista del Cádiz Juan Cala -“negro de mierda”, según fuentes del Valencia-, sus compañeros en bloque se fueron al vestuario. Pero el plante, que hubiera supuesto un acontecimiento histórico y quizá definitivo del fútbol español en la lucha contra el racismo, apenas duró unos minutos. Diakhaby se quedó llorando en el vestuario. El resto de jugadores continuaron el partido sin él. El Valencia argumentó que la víctima así lo había querido.

Así que nada cambia. O, al menos, no lo suficiente. En 2006, Samuel Eto’o ya amagó con abandonar La Romareda tras los insultos racistas que recibía por parte de la grada. El futbolista camerunés se disponía a sacar un córner cuando los hinchas comenzaron a imitar los gritos de un simio. “No eran ni una, ni 10, ni 100 personas”, recordó en su día el árbitro Esquinas Torres, que decidió parar el partido. “Pedí al delegado que pararan los insultos, y éste parecía no saber de qué le hablaba”, insistía Esquinas Torres. “¡No juego más!”, comenzó a repetir Eto’o, dispuesto a irse del campo. El árbitro lo detuvo. También los jugadores del Zaragoza. Incluso algunos del Barcelona. Ronaldinho parecía el único que apoyaba a Eto’o. Hasta que el brasileño Ewerthon dijo que si Eto’o se marchaba, él también lo haría. Y las aguas volvieron a su cauce. “Me insultaba casi todo el campo. ¿Hay algún problema en ser negro? Tomé esta decisión, porque se estaban metiendo con mi color. Son ridículos, compran entradas para ver partidos en los que juegan chicos de color”, declaró después el delantero camerunés.

Los madridistas Roberto Carlos o Marcelo también fueron objeto de insultos racistas durante su larga carrera en los campos españoles. “Eres un mono”, llegó a escuchar este último tras concluir un derbi frente al Atlético en el Calderón. La Comisión de Control y Disciplina de la UEFA abrió en 2011 un procedimiento a Sergio Busquets por presuntos insultos racistas contra Marcelo. “Mucho morro”, aseguró el centrocampista que le dijo. Eso fue lo que aludió el Barcelona. La UEFA desestimó la sanción «ante la falta de pruebas sólidas y convicentes».

En 2014 al brasileño Dani Alves llegaron a tirarle un plátano en el campo del Villarreal. El carrilero optó por comérselo mirando a la grada.

El portero camerunés Carlos Kameni también se pasó media vida soportando la lacra del racismo. “Por cosas como esa, uno puede llegar a casa y suicidarse”, llegó a manifestar el ex guardameta del Málaga o el Espanyol. “Salta la valla, Kameni salta la valla”, llegaron a soltarle los radicales del Atlético.

El delantero del Athletic Iñaki Williams, al menos, ha podido ver cómo la xenofobia en el fútbol acababa en los tribunales. Insultado en un partido frente al Espanyol en Cornellà en 2020, la Fiscalía de Delitos de Odio de Barcelona interpuso una querella contra varios de los aficionados que le habían insultado.

Williams, en el juicio, dijo haberse sentido “humillado”.

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